Historia de la Imagen
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VIRGEN DEL ROBLE
"Cúbrenos con tu manto"
“Es una pequeña escultura de las que los escultores llaman para vestir, de 58 centímetros asentada en una peana de madera enchapada de plata. La materia de que está hecha es una rara mezcla de corazón de maíz y de bulbos de flores y a pesar de ser ésta una materia frágil y deleznable, se encuentra en perfecto estado de conservación”.
“El rostro de la imagen de la Virgen del Roble tienen tanta perfección en sus proporciones y tanta fuerza de expresión en sus rasgos que cuando se le contempla de cerca produce una profunda impresión. Sus labios son delgados y cerrados, su nariz fina, sus ojos proporcionalmente grandes y completamente abiertos, con la pupila café obscura mirando de frente, su tez es apiñolada y obscurecida por la pátina de los siglos”.
“Todo el rostro denota no la juventud de una jovencita, sino más bien la madurez de una señora de edad adulta, y da la impresión que es el rostro de una señora que ha sufrido mucho, que es el rostro de una Madre que ha acrisolado su amor en el sacrificio. Sus ojos no denotan recrearse en la contemplación de un tesoro interior sino que inmensamente abiertos, miran de frente con insistencia como para buscar a los necesitados para socorrerlos, a los afligidos para consolarlos y a todos sus hijos para entregarles toda la ternura de su corazón”.
“Las manos de la Virgen del Roble no están juntas sobre el pecho en actitud orante y devota, sino completamente abiertas, hacia afuera y hacia abajo en actitud del que todo lo da y no se cansa de dar”.
“La imagen de la Virgen del Roble expresa el título de Madre espiritual que vino a buscarnos para socorrernos dándonos, sin cansarse de dar, la riqueza de sus dones maternales, con la reciedumbre de un amor antiguo de que por siglos gozaron nuestros antepasados y con el encanto de un amor siempre nuevo que no se cansa de dar, del que gozamos nosotros y gozarán también sus hijos e hijas”.
Mons. Alfonso Espino y Silva, 1963